viernes, 15 de julio de 2011

PURHUAY, BALCONCILLO, SISICAYA Y HUAMANTANGA HITOS EN EL GLORIOSO HISTORIAL DE LA BREÑA


Por: Luis Guzmán Palomino

En abril de 1883 los pueblos de la sierra de Lima, organizados en guerrillas y comandados por oficiales leales a Cáceres, combatían tenazmente a las varias divisiones chilenas movilizadas desde Lima contra el ejército de La Breña, que debido a la traición había tenido que retirarse a Tarma.
Se sucedían encuentros y combates en las afueras de Chosica, al interior de Canta y en varias localidades de Huarochirí, que se tiñeron con la generosa sangre de los defensores de la patria. Por ironía del destino, en esos mismos días el caudillo proditor Miguel Iglesias remitía a los chilenos el borrador de un infame tratado de paz, cediendo absoluta y perpetuamente Tarapacá, Tacna y Arica, como bien ha explicado el prestigioso historiador Juan José Vega.
La historia oficial silenció esos episodios. Y hasta en los pueblos que fueron escenarios de esa luchas terminó por borrarse todo recuerdo. No hay una placa en el puente de Purhuay que recuerde los varios combates allí sostenidos por esforzados patriotas, que derrotaron repetidamente al invasor extranjero. Y pocos saben que la defensa de Sisicaya fue una de las más gloriosas pruebas de heroísmo que dieron los patriotas de Huarochirí.

UNA DIGNA RESPUESTA

Ese abril de 1883, obedeciendo órdenes del general Cáceres, los patriotas del Rímac no cesaron de hostilizar a las fuerzas invasoras que habían establecido guarnición en Chosica. El jefe de ésta, coronel Martiniano Urriola, intentó entonces someter por la persuasión al comandante Ismael González, que a la sazón mandaba a las guerrillas de Sisicaya, remitiéndole el 13 de abril, por medio de un emisario chileno, una carta donde le ofrecía no sólo respeto a su integridad personal, sino incluso una jugosa recompensa pecuniaria.
La respuesta del jefe patriota, fechada al día siguiente fue la muestra más palpable del orgullo patriótico que caracterizó a los fieles de Cáceres, pues aparte de rechazar la indigna proposición González proclamó que defendería su bandera hasta el sacrificio.
“Puede Ud. desistir de los propósitos humanitarios que, según dice, lo han inspirado la nota que contesto -mencionó en el último párrafo de su altiva respuesta-, reserve sus proposiciones para los que han olvidado los deberes del patriotismo y del honor, pues el puesto confiado por el señor general Cáceres a mí y a las fuerzas que me obedecen encontrará peruanos que sabrán cumplir con su deber”.
Esos patriotas destruyeron el puente de Puruhuay, frustrando el avance del enemigo. Desde Lima, Patricio Lynch, general en jefe del ejército de ocupación, le reprobó a Urriola el haberse replegado a Chosica, exigiéndole restablecer la comunicación con Chicla, temeroso por la suerte de otra división chilena que, al mando del coronel León García, se había estacionado en Canta.
Ante ello, el 20 de abril el coronel Urriola ordenó la movilización de contingente de 330 hombres, que marcharía protegiendo un tren de abastecimiento. Su objetivo era tomar la estratégica posición de Puruhuay e informado de que la ruta había sido sembrada de minas por los patriotas, colocó en vanguardia a varios prisioneros peruanos. El convoy marchó lentamente, con una parte de la tropa a pie para quitar los obstáculos de la vía férrea. Mas pese al cuidado estallaron varias minas, matando no sólo a los prisioneros peruanos, sino también a siete chilenos.
A dos millas y media de Puruhuay se detuvo el tren, desembarcando los chilenos con órdenes de coronar las alturas de para caer sobre la base guerrillera. Apenas iniciado el avance comprobaron lo impracticable el ascenso, y confiados en su superioridad numérica y de armamento decidieron emprender un ataque frontal, cruzando el Rímac para penetrar en la posición peruana.

NUEVA VICTORIA PATRIOTA EN PURUHUAY

Advertida la presencia del enemigo, el comando patriota provocó el combate enviando cuatro guerrilleros a la falda del cerro, adelante de un reducto circular de piedra que sólo podía servir de barrera a escasos hombres.
Los chilenos no creyeron que hubiese riesgo alguno en tomar ese primer parapeto, pero cuando avanzaban confiados sobrevino el ataque peruano, con fuego de fusilería en toda la línea, por el puente y los cerros de Purhuay.
Entraron en combate todos los chilenos, en un ciego avance que no conducía sino a la derrota, pues los peruanos copaban los cerros guardándose de ser alcanzados por los tiros del enemigo. Al cabo, los chilenos desobedecieron órdenes y encabezados por su propio jefe emprendieron la
fuga a discreción, por el bosque de Santa Ana.
Tal fue para los chilenos el “dolorosísimo hecho de armas del 20, en que se sacrificaron inútilmente tantas vidas de chacabucanos (soldados del batallón “Chacabuco”)... Intenso fue el pesar que causó ver morir infructuosamente a tan aguerridos soldados de Chile”, concluyó una carta anónima chilena, fechada en Chosica el 23 de abril de aquel año. El general en jefe Patricio Lynch, enterado del suceso, escribió al presidente chileno: “Coronel Urriola dice que las instrucciones que dio a Quintavalla eran que tomase las alturas del Purhuay y atacara al enemigo que se encontraba en ese lugar, lo cual no hizo sino que atacó de frente... Bien sensibles son estas pérdidas, pero en la guerra de montoneros tendremos que sufrir”.
Por esos días, Cáceres se recuperaba de una ligera enfermedad en Tarma, sin embargo de lo cual los chilenos lo veían por todas partes: “El 23 de abril –escribía Lynch- el coronel León García continuaba en Canta, sin atreverse a pasar la cordillera, no ya por mal tiempo, sino porque Cáceres había aparecido en Chicla y desalojando aquella plaza era seguro que iría a
recuperarla”.

PORFIADA RESISTENCIA EN BALCONCILLO

El percance de Purhuay y la presunta movilización de Cáceres hicieron que Lynch movilizase desde Lima una nueva división, poniéndola al mando del coronel Del Canto, con la misión de “destruir todas las montoneras entre Matucana y Chosica y ver el modo de ponerse en comunicación con las fuerzas del coronel García”. El 24 Del Canto salió por La Molina, avanzó por
Cieneguilla, pernoctó en Malpaso y continuó hacia Balconcillo, localidad que a entender de los chilenos era “una posición inexpugnable donde se encontraban atrincheradas numerosas partidas de montoneros”.
Los patriotas estuvieron puntualmente informados de ese avance. Desde Sisicaya el comandante González impartió las órdenes pertinentes a efecto de que un contingente del batallón “Guerrilleros de Huarochirí” resistiese al enemigo en Balconcillo. Él mismo asumiría luego el mando de esa fuerza. A mediodía del 25 la vanguardia patriota lanzó ataque sobre una descubierta enemiga, provocando su rápido repliegue. Del Canto ordenó entonces el avance de toda su división, fraccionada en dos columnas, que al acercarse a Balconcillo fue recibida con nutrido fuego de fusilería, trabándose un combate que duró más de una hora.
Al cabo, los chilenos, muy superiores en número, obligaron la retirada de los patriotas hacia Sisicaya. Según un anónimo chileno, “los peruanos que se batieron en Balconcillo fueron 200 hombres al mando del coronel don Ismael González, perteneciente dicha fuerza al batallón Huarochirí de la provincias del mismo nombre”.

LA HEROICA DEFENSA DE SISICAYA

Fue muy lento el avance enemigo sobre Sisicaya, porque Del Canto sabía que marchaba por camino minado. Partidas de patriotas intentaron contenerlos con incursiones nocturnas, pero estuvo siempre alerta la artillería chilena. Finalmente, el 27 de abril el enemigo tuvo a la vista Sisicaya, donde se iba a librar uno de los más encarnizados combates de La Breña.
La defensa de Sisicaya, soslayada lógicamente en los documentos chilenos, fue de las más gloriosas pruebas de heroísmo que dieron los patriotas de Huarochirí, jefaturados por el bravo comandante González, por los dos Incháustegui y por el prefecto Luis Tello, que recibieron el apoyo de grupos guerrilleros movilizados desde Matucana, por orden del coronel Secada.
Abelardo Gamarra El Tunante, que acompañó a las huestes de La Breña, escribió que esos patriotas “fueron acometidos por fuerzas considerables, trabándose un reñido combate por 24 horas, sostenido por los guerrilleros de la provincia de Huarochirí, cuyo patriotismo, decisión y valor desplegados en esa acción en defensa de la patria, fueron superiores a todo elogio. A pesar de su inferioridad numérica y calidad de armamento, se batieron con tesón y bravura, hasta agotar sus municiones, haciendo a los chilenos numerosas bajas y comprar bien caro su triunfo”.
Los combates en Sisicaya y las poblaciones aledañas se produjeron entre el 27 y 28 de abril. El 29, desde Cocachacra, el coronel Ramírez comunicaba al cuartel patriota en Tarma que Sisicaya había caído en poder del enemigo tras una porfiada resistencia. Esos pueblos patriotas rechazaron las exigencias de cupo planteadas por Del Canto, quien en represalia ordenó el saqueo y destrucción, como se lo ordenara Lynch. El 30 de abril, el heroico pueblo de Sisicaya quedó reducido a escombros.

AJUSTICIAMIENTO DE UN TRAIDOR

Desde Tarma, apenas enterado del suceso, Cáceres envió a Matucana al sargento mayor Ricardo Bentín, con órdenes para Ramírez, Tello y González, a fin de que procurasen obstaculizar el avance enemigo. Pero ya para entonces los jefes guerrilleros se replegaban a Chicla, en tanto que el coronel Secada dejaba Matucana para cruzar La Oroya, a efecto de presentar un informe
personal sobre la gravísima situación planteada. De no haberse retirado oportunamente, las fuerzas patriotas hubiesen quedado encerradas en Matucana, pues mientras las divisiones Del Canto y Urriola avanzaban contra ellas frontalmente, la de León García recibía en Canta orden de converger en Chicla con aquellas.
Por esos días, se descubrió que un oficial apellidado Lara secundaba los planes del infame Luis Milón Duarte. Capturado en Olleros recibió de parte de los guerrilleros el castigo que merecía. Según Daniel de los Heros y Pedro Manuel Rodríguez, cronistas de La Breña, “Lara se retiró a Olleros para venir a Lima a recibir el premio de su crimen; pero los habitantes de Olleros,
dudando de la lealtad de ese jefe, lo tomaron preso y en las pistoleras encontraron los documentos que comprobaban su traición. Lo juzgaron y ejecutaron; y su cadáver fue arrojado a un precipicio considerándolo indigno hasta de sepultura en el panteón”.
Respecto a la traición de Lara, Cáceres anotó en sus Memorias: “Los guerrilleros que permanecían fieles a la causa nacional, al descubrir su infamia lo fusilaron. Al registrar sus vestidos encontraron ocultos documentos que probaban su traición. Su cadáver fue arrojado desde un barranco al abismo”. Y sobre las pruebas se publicó esta nota: “Los documentos encontrados en poder de Lara se mandaron a Tarma. Eran notas y planos de Duarte (Luis Milón), escritos unos en clave, que el doctor Heros descifró, en los que se indicaban los puntos por donde debían seguir los chilenos, los compromisos contraídos por Lara para facilitarles el paso y las recompensas que debía recibir por su iniquidad”.
Pese a todo, valerosas partidas de guerrilleros continuaron hostilizando al enemigo, con súbitos ataques que lograban alarmarlos y retardar su avance.
Elogiándolos, Cáceres recordaría aquellos “reiterados alfilerazos guerrilleros”. El 3 de mayo de 1883, desde San Bartolomé, Del Canto informaba Lynch que aunque tenía la tropa fatigada, continuaría por Verrugas a Matucana. Mientras tanto, la división de León García avanzaba a Chicla, tras cometer inaudita barbarie en Huamantanga.

LOS HÉROES DE HUAMANTANGA

El 27 de abril de 1883, se libró en las cercanías de Canta el combate de Huamantanga, acción en la que soldados y guerrilleros patriotas resistieron con heroísmo a los invasores chilenos, llegando hasta el sacrificio de sus vidas. Cáceres –como se ha dicho- había evacuado la sierra de Lima, retirándose a Tarma, ante el avance de varias divisiones enemigas por las rutas de Chosica, Lurín y Canta. Su repliegue era protegido por las guerrillas, que en esos días libraron varios combates, dificultando la marcha del invasor y permitiendo la reorganización del ejército patriota.
En Huamantanga, más allá de Obrajillo, un centenar de soldados que al mando del coronel José María Villegas había quedado como avanzada, fue sorprendida por toda una división chilena, el 27 de abril, poco después del mediodía.
Por espacio de cuatro horas se prolongó la resistencia, hasta que el coraje y el patriotismo nada pudieron hacer contra la superioridad de armamento. El informe chileno mencionó que fue “un reñido combate” y que los peruanos “fueron rodeados y completamente destruidos, dejando en el campo 32 muertos, entre los cuales se contaban doce oficiales” (Parte de León García a Lynch, Canta, 28 de abril de 1883).
Esos oficiales, incluido el valiente coronel José María Villegas, que fue de los primeros en plegarse al Ejército de La Breña, dirigiendo su primer triunfo en el puente Purhuay, recibieron del enemigo el trato de montoneros. Se les desconoció su calidad de jefes de un ejército regular, y sin que mediara juicio fueron fusilados.
Cáceres, en sus “Memorias”, recordaría con mucho sentimiento a esos heroicos breñeros: “El porfiado combate duró, con intermitencias, hasta las cuatro de la tarde, muriendo la mayor parte de nuestros oficiales y cayendo prisioneros los demás, que fueron fusilados, y entre los cuales recuerdo con pena al coronel José Mariano Villegas, al mayor Manuel Vargas, a los
capitanes Francisco Robles, José María Toro y al sargento Nolasco López”.
Esa misma noche, los guerrilleros de los contornos, que se habían retirado a Quipán, volvieron a Huamantanga. Eran pocos en número y estaban precariamente armados, no obstante lo cual lanzaron ataque contra los chilenos. Tenían conciencia de que el triunfo no era posible, pero quisieron patentizar con su lucha que ellos también sabían morir por la patria.
Dice Cáceres que en este nuevo combate, “que duró cosa de una hora... fueron derrotados los guerrilleros por la enorme superioridad de fuerza del contrario”. Y así, otros veinte héroes, anónimos, se inmolaron en sublime holocausto. El resto de sus camaradas marcharía entonces a Tarma, uniéndose al ejército de Cáceres que se aprestaba para emprender la gloriosa y sacrificada Retirada al Norte.

2 comentarios:

daniel dijo...

"No hay una placa en el puente de Purhuay que recuerde los varios combates allí sostenidos por esforzados patriotas, que derrotaron repetidamente al invasor extranjero"... No me extraña.

Anónimo dijo...

El coronel José Mariano Villegas, es el origen de mi familia Villegas en Huamantanga, me hubiera encantado vivir en esa época y guerrear a esos chilenos, el amor y respeto por mi patria
Te amo mi Perú!!